¿Empatizamos o que?


Llevo un tiempo queriendo escribir sobre este tema y no terminaba de arrancarme, hasta que apareció esta historia en mi camino, y me recordó que todos los días nos rodeamos de personas que padecen el mal de "yo lo se todo", "mi idea es la mejor" o "Ya se lo que tienes que hacer". Y es que, a diario nos encontramos con situaciones que se podrían resolver de una manera mucho más sencilla si pusiéramos un poquito de nuestra parte y adoptáramos una postura más cercana a la piel del otro, para entender el porqué que tanto buscamos. Y eso, dicen, es la empatía.

 La empatía sería la capacidad para ponerse en el lugar del otro, es decir, identificar y comprender el punto de vista del otro. Sin embargo, no sólo consiste en identificar y comprender al otro, sino que implica ir más allá. Marshall et al. (1995) han sugerido que “la empatía constituye un proceso planificado que implica el reconocimiento del estado emocional de otra persona, la percepción del mundo desde el punto de vista del otro, la reproducción del estado emocional del otro y, finalmente, realizar algún cambio conductual como respuesta al malestar percibido”.

Veamos un ejemplo más claro:

«La mujer llega a casa de la oficina, muy disgustada por una discusión con un compañero de trabajo. Su marido analiza el problema y en unos minutos ya tiene una propuesta para resolverlo. Pero su mujer, en vez de sentirse mejor o agradecida por el consejo, se siente peor. La razón es sencilla: él acaba de demostrarle que el problema puede resolverse fácilmente, pero no le ha dado ninguna indicación de que comprende lo triste, enfadada y frustrada que ella se siente. Lo que ella percibe es que su pareja piensa que ella no es demasiado hábil, o que hubiese sido capaz de resolver el problema por sí sola.
Pensemos en cómo se sentiría ella si en vez de recibir consejos instantáneos, su pareja le ofreciese un masaje en los hombros. Mientras le da el masaje, el marido simplemente escucha su problema y lo que siente ella a raíz de este problema. Ella podrá entonces perfilar alguna posible solución a su problema, y porque confía en la simpatía de su marido y se siente mejor después del masaje, puede que incluso le pida su opinión. Ahora es cuando él puede sugerir alguna solución que ella está dispuesta a tomar en cuenta. Ella ya no se sentirá minusvalorada, sino que el apoyo emocional de su pareja le dará fuerzas para enfrentarse a su problema de forma constructiva».

Pero ¡Qué difícil se nos hace esto! Pensamos que ser empáticos significa estar de acuerdo con el otro, pero estamos muy equivocados. Ser empático no implica dejar de lado nuestras propias convicciones y asumir las del otro. De hecho, se puede estar en completo desacuerdo con la otra persona sin por ello dejar de respetar su posición o sus motivaciones y defendiendo las propias.

A pesar de todo esto, mucha gente ha perdido su “guía emocional” y es incapaz de entender el sufrimiento o el dolor de los demás,  llevando a cabo verdaderas atrocidades, como las que se han visto y vivido a lo largo de la historia. Y ¿a que se han debido? ¿A caso todos los dictadores o los maltratadores de la historia perdieron sus neuronas espejo por el camino?

Gandhi decía que “las tres cuartas partes de las miserias y malos entendidos en el mundo terminarían si las personas se pusieran en los zapatos de sus adversarios y entendieran su punto de vista”.


Tratemos de entender a quien tenemos a nuestro lado y ponernos un poquito en su lugar, sin pensar qué querríamos nosotros, puesto que no somos los que estamos en esa situación. Dejemos de lado un poquito el egocentrismo y dejémonos guiar por lo realmente importante, que puede que nuestras ideas o percepciones sean las mejores, pero siempre serán las mejores bajo nuestro criterio, no necesariamente universal.

P.D.: El fragmento de texto ha sido recuperado del baúl de los recuerdos por mi buena amiga Oneida. Gracias!!!





3 comentarios:

  1. En definitiva, que después de haber caminado unos kilómetros con los mocasines del otro, no sólo habrá que decirle que le entiendes, sino que él tiene que percibir que lo has entendido... Por lo menos complicado, ¿verdad? Cuando la cosa no depende sólo de uno... Y si alguien se esfuerza en empatizar, pero detectas que esa empatía percibida por los dos no aparece... ¿Lo estás haciendo mal tú, la otra persona o los dos? O visto de otra manera: ¿Es que eres un mal empatizador o simplemente se trata de que la otra persona no está por la labor? Muy complicado, de verdad. Buena reflexión.

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    1. Pues buena pregunta y creo que puede tener varias respuestas ¿no?
      Puede darse el caso de que tus habilidades empáticas no sean tan buenas como tu crees y quizá no le "llega" demasiado a la otra persona, por lo que su respuesta no es la que tu esperas.
      Puede ser que sí que seas empático realmente, pero la otra persona, como tu dices, no esté por la labor. y me refiero a la labor en el sentido de que puede que piense que no eres realmente empático o haya una mala interpretación interna por su parte ante tu conducta, que haga que tampoco se de la respuesta que tu esperas.

      O si vamos un poco más lejos, puede que esa persona sufra el pecado de la "envidia" (que todos sufrimos en algún momento)y que se sienta receloso ante ti, porque crea que tú tienes unas habilidades que él no tiene o que haces frente mejor a todo tipo de situaciones a las que tu no puedes enfrentarte.

      O incluso, más allá aún, quizás esa persona sienta tu empatía, te responda a esa empatía, pero sea un inconformista y no le valga con que le entiendas, sino que quiere que llegues más allá. o que desee que sufras como él, que todos tenemos malos deseos, aunque sea lo que más nos cueste reconocer...

      ¿Alguna explicación más se os ocurre?.... a ver que sale de aquí... :)

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